domingo, 5 de marzo de 2017

Síntomas del Hígado Graso intoxicado

Muchas personas se podrán preguntar.. ¿como me doy cuenta si mi hígado está intoxicado?.
por esa razón les traigo este artículo con los 10 síntomas más frecuentes que presenta una persona de hígado intoxicado

El hígado es el órgano más grande del cuerpo glandular y tiene cientos de funciones importantes. Las tres funciones más esenciales es producir bilis para ayudar a la digestión, la limpieza de toxinas nocivas de la sangre y el almacenamiento de la glucosa para satisfacer las necesidades de energía del cuerpo. Con el papel fundamental que desempeña el hígado en st cuerpo, es importante prestar atención a su salud. La dieta, el ejercicio y dormir lo suficiente son tres claves para un hígado sano.

Al evitar un exceso de alimentos y bebidas, como el alcohol, el café y los granos refinados tóxico, estarás haciendo un gran favor a la salud de tu hígado. Cuando algo va mal con el hígado, los efectos pueden verse en diferentes funciones y partes del cuerpo. Hay varios tipos de problemas en el hígado. Los más comunes son la cirrosis, enfermedad quística, enfermedad del hígado graso, cálculos biliares, y la hepatitis.
Siempre recuerda que si te ocupas de tu hígado, seguramente vas a cuidar de tu salud. Al mantener un ojo abierto para cualquier signo temprano de daño hepático, se puede buscar el tratamiento más temprano y ayudar a tu hígado a recuperarse completamente.

Algunos de los síntomas más comunes de la un hígado intoxicado y problemas hepáticos se explican a continuación:

1. Náuseas y vómitos

Muchas personas ignoran las náuseas y vómitos, ya que por lo general no se considera que es un problema médico grave.
Si las náuseas y vómitos se producen por separado o juntos sin ninguna razón conocida, como mareo, vértigo, migraña, intoxicación alimentaria, el embarazo precoz, la ansiedad y la depresión, puede ser debido a un problema en el riñón o el hígado. Las personas que sufren de daño hepático a menudo tienen una sensación persistente de náuseas. Esto surge debido a la disminución de la capacidad del hígado para procesar y eliminar toxinas. Los cambios en el metabolismo y la digestión también pueden causar náuseas y vómitos. Los sentimientos constantes de náuseas o vómitos pueden causar estragos en tu salud y debe ser investigado a fondo por un médico.

2. Debilidad general y cansancio

La sensación constante de fatiga y cansancio también puede ser un signo revelador de la función hepática inadecuada. Es el hígado que descompone los alimentos para liberar la energía necesaria para realizar las tareas diarias. Cuando el hígado no está en buenas condiciones, tu cuerpo tiene que trabajar más duro con el fin de sobrevivir y, por lo tanto, necesita más descanso.
Además, la fatiga y la debilidad probablemente empeore debido a un aumento de productos tóxicos en la sangre, que el hígado dañado no es capaz de eliminar correctamente. Si los sentimientos de debilidad y cansancio están presentes junto con los otros síntomas mencionados en este artículo, consulta a tu médico para obtener un diagnóstico.

 

A continuación les presento los 10 signos temprado que muestran un hígado intoxicado.




Ictericia:


Se trata del conocido ” amarillamiento ” de la piel. Todo tu cuerpo incluyendo a veces las uñas y los ojos adquieren un tono amarillo. Esto se debe principalmente a la acumulación de ‘bilirrubina’ que es un pigmento en la bilis. La bilis se hace en nuestro hígado, y es esencial en el proceso de digestión.

Cambio de color en orina y heces:


Mientras que los cambios de color pueden ser indicadores de muchos de los problemas en el cuerpo, a menudo es una señal clave de problemas hepáticos. Si te mantienes bien hidratado entonces la orina producida siempre debe ser de un color pálido tipo paja. Por ictericia sin embargo, una acumulación de bilirrubina puede manifestarse como un color mucho más oscuro de la orina. Un hígado con mal funcionamiento también puede hacer que tus heces se vuelven pálidas, con sangre, o incluso negras.

Calambres estomacales e hinchazón

De nuevo, notando cambios es el punto clave. Si comienzas a tener dolores o cólicos en la zona abdominal que son persistentes, esto podría ser un signo de hígado intoxicado o que algo no está funcionando correctamente a nivel hepático. También se puede notar hinchazón constante o una sensación de tener gases; esto puede llegar a desarrollar la ascitis. La ascitis es la acumulación de líquido dentro de las paredes del abdomen, y causa exceso de presión en los pulmones resultando en dificultad para respirar. El tratamiento es invasivo y requiere drenaje del fluido por catéter.

Sensibilidad en la piel

Un síntoma común de hígado intoxicado es la piel hipersensible – excesivamente con picazón o irritación al tacto. Algo de esto se puede aliviar con la aplicación de crema hidratante pero no va a mejorar sin tratar el problema hepático subyacente.

Reflujo ácido

Si sufres de ataques cada vez más frecuentes de reflujo ácido con indigestión, con o sin vómitos, estos son otros signos de advertencia de que no todo está bien y necesitas investigar más sobre el correcto funcionamiento de tu hígado.

Diarrea

Es evidente que esto puede tener muchas causas además de presentarse como un signo de hígado intoxicado, pero si se convierte en un problema más habitual de lo que podría ser es debido a un mal funcionamiento del hígado, ya que es fundamental para el sistema digestivo del cuerpo.

Fatiga general

No sólo estamos hablando de mucho cansancio aquí, sino más bien como la debilidad absoluta y el letargo general y constante. Si el hígado tiene exceso de trabajo, esto tendrá un efecto de golpe y lo cobra en el cuerpo entero. Si se combina este síntoma con cualquiera de los otros mencionados a continuación, debes buscar ayuda médica de inmediato.

Repentina pérdida de apetito

Esto puede parecer un síntoma vago que a su vez podría ser el resultado de muchas condiciones. Pero la pregunta clave que hay que preguntarse es ¿tienes alguna otra de estas señales de advertencia? Esto a menudo no aparece hasta bastante tarde en el desarrollo de una enfermedad hepática, por lo que hay que buscar la opinión de un experto médico.

Retención de líquidos

Comúnmente afecta a los pies, los tobillos y las piernas. La retención de líquidos se manifiesta como la hinchazón de la zona afectada. Si presionas el dedo en el área hinchada, la piel no se recuperara de inmediato y una huella de tu dedo estará allí durante unos segundos después de quitar la presión, una de las causas de la retención de líquidos puede estar relacionado con el hígado intoxicado.

Malestar general

Esto es difícil de describir, pero cada uno de nosotros debe estar en sintonía con nuestros propios cuerpos. De esa manera puedes realmente decir la diferencia entre unos pocos “días de descanso” y una sensación más general y subyacente de malestar que puede dejar en descubierto que el hígado intoxicado puede ser la causa de esta problemática. Esto se debe a que no todas las toxinas se están filtrando fuera de un hígado enfermo de manera eficiente y las toxinas que quedan flotando en nuestro cuerpo pueden manifestarse en dolores de cabeza, brotes en la piel, sequedad de la piel e incluso el mal humor característico.


¿Qué es la Cirrosis hepática?

La cirrosis hepática es la consecuencia final de muchas enfermedades hepáticas crónicas que lleva a la pérdida de la arquitectura normal del hígado y una disminución progresiva de sus funciones. Cualquier enfermedad que produzca una inflamación crónica del hígado puede, en el curso de años, llegar a producir cirrosis.

La cirrosis se define por las alteraciones estructurales que aparecen en el hígado.

Las fundamentales son tres:

necrosis hepatocelularfibrosisnódulos de regeneración.

Necrosis significa muerte o destrucción de las células del hígado. En los pacientes que llegarán a desarrollar cirrosis esta muerte celular se produce de modo continuo, como consecuencia del daño hepático que produce la causa de la enfermedad. Las células muertas son, durante mucho tiempo, sustituidas por otras nuevas, hecho denominado regeneración.

La fibrosis es la consecuencia del proceso de cicatrización que producen las lesiones inflamatorias que ocurren en el hígado, de manera que con el paso de los años el hígado se convierte en un órgano con gran cantidad de tejido cicatricial que altera por completo su estructura. Como consecuencia, las células nuevas, generadas para sustituir a las desaparecidas, no pueden colocarse en el lugar adecuado y se sitúan donde les permite la trama de cicatrices que surca el hígado.

Por este motivo se habla de nódulos de regeneración, por encontrarse grupos de células hepáticas rodeados de fibras colágenas (de cicatriz) formando nódulos.

Además, esta trama fibrosa produce un segundo efecto que es cerrar y endurecer los pequeños vasos hepáticos (sinusoides) por los que circula la sangre a través del hígado. Este hecho va a tener una consecuencia muy importante: aumentar la dificultad (resistencia) para que la sangre que entra en el hígado por la vena porta circule a través del órgano. Esta dificultad genera un aumento de presión en todo el sistema venoso que aporta sangre al hígado (el sistema portal) y a este hecho, capital en las complicaciones de la cirrosis, se le denomina hipertensión portal.

Por otra parte, la capacidad de regeneración hepática no es infinita, de manera que llega un momento en que empieza a disminuir la cantidad total de células hepáticas, y el hígado es progresivamente más incapaz de cumplir adecuadamente sus múltiples funciones.

Por lo tanto, al final, todas las manifestaciones clínicas de la cirrosis son la consecuencia de dos hechos fundamentales: la insuficiencia hepatocelular y la hipertensión portal. Epidemiológicamente es una enfermedad importante que está incluida entre las 10 principales causas de muerte en los países occidentales.
¿Cuáles son sus causas?

Hay muchas causas de cirrosis. Las principales en nuestro medio son dos: El consumo excesivo de alcohol (cirrosis etílica o alcohólica) y la hepatitis crónica por virus C (cirrosis por virus C), que son responsables del 80 por ciento de los casos de cirrosis en España.

Además, se puede producir cirrosis por hepatitis crónica por virus B, por infección crónica mixta por virus B y virus D, por enfermedades, denominadas colestásicas crónicas (que afectan a la producción o a la salida de la bilis del hígado, tales como la cirrosis biliar primaria o la colangitis esclerosante) y por enfermedades metabólicas congénitas del hígado que se manifiestan en la vida adulta, como la hemocromatosis primaria (sobrecarga hepática de hierro -bastante frecuente-), la enfermedad de Wilson (sobrecarga hepática de cobre -muy rara-) y el déficit de alfa-1-antitripsina (también bastante rara).

Otras causas poco comunes de cirrosis son la hepatitis autoinmune, en la que se produce una agresión al hígado por parte de nuestro propio sistema defensivo, y la toxicidad hepática por algunos fármacos.

Existen otras causas mucho más raras y algunas específicas de la infancia que producen cirrosis precoz en niños o adolescentes.

Todas las enfermedades citadas necesitan años de evolución para llegar a producir cirrosis. Además, en muchos casos, el consumo excesivo de alcohol o la hepatitis crónica por virus C no llegan a producir cirrosis y el paciente fallece por un motivo independiente de la enfermedad hepática.
¿Quiénes están expuestos a padecer cirrosis?

Todas las personas con una enfermedad hepática crónica tienen riesgo de desarrollar cirrosis. Por este motivo, para individualizar el riesgo, para valorar la posibilidad de tratamiento de la enfermedad causante del daño hepático y para prevenir complicaciones, estas personas deben ser vigiladas periódicamente por el médico.
¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas dependen de la gravedad del daño hepático. Cuanto más insuficiencia hepática y más hipertensión portal existan más intensos son los síntomas del paciente.

En las fases iniciales los pacientes pueden estar asintomáticos y llevar una vida normal no siendo, por tanto, conscientes de su enfermedad. De hecho, en algunos casos la enfermedad se descubre de modo casual durante una revisión general de salud o al consultar por otra enfermedad no relacionada.

Más adelante, el paciente se encuentra cansado, le falta energía, pierde el apetito, puede tener molestias digestivas y perder pesoy masa muscular.

Cuando la enfermedad está avanzada, el paciente se encuentra siempre enfermo, no puede llevar vida normal y aparecen, entre otros los siguientes síntomas principales:

Ictericia, que es una coloración amarillenta de la piel debida a la incapacidad del hígado de eliminar la bilirrubina de la sangre.Cambios en la piel: Aparición de dilataciones vasculares sobre todo en las mejillas, tronco y brazos, que según su forma se llaman telangiectasias o arañas vasculares. Además, puede aparecer enrojecimiento de las palmas de las manos y los pulpejos de los dedos y las uñas cambian su color rosado por otro más blanquecino.Retención de sal y agua, que se manifiesta por un acúmulo de líquido en las extremidades inferiores (edemas) y en al abdomen (ascitis), que se distiende.Facilidad para el sangrado: El hígado fabrica muchas de las sustancias que permiten la coagulación de la sangre. Al fallar el hígado es frecuente el sangrado por las encías, por la nariz y la aparición de hematomas con golpes suaves. Además, debido a la hipertensión portal el bazo secuestra plaquetas, que son células de la sangre muy importantes para la coagulación, lo que también facilita el sangrado. Algunos pacientes presentan hemorragias internas graves, sobre todo en el aparato digestivo, debido a la rotura de varices (venas dilatadas, que se forman como consecuencia de la hipertensión portal) en el esófago o el estómago. Estas hemorragias son graves, pueden ser mortales y requieren ingreso en un hospital para su tratamiento.Cambios en la conducta y en el nivel de consciencia: El hígado se encarga de retirar de la sangre sustancias tóxicas para el cerebro. Cuando el hígado fracasa, estas sustancias producen una intoxicación cerebral que se manifiesta por insomnio nocturno, somnolencia diurna, cambios en la conducta y en el humor y finalmente, desorientación y progresiva disminución del nivel de consciencia que puede llegar al coma. Esta complicación es grave y requiere ingreso hospitalario. Cambios en la función sexual: Debido a cambios hormonales y a la desnutrición, es frecuente la pérdida del deseo y la potencia sexualen los varones y de la menstruación y de la fertilidad en las mujeres aún en edad de procreación. Además, en los varones estos cambios hormonales pueden producir aumento del tamaño de las mamas (ginecomastia), que a veces son dolorosas.Desnutrición: El hígado es muy importante en la absorción y aprovechamiento de los nutrientes que ingerimos. Por ello, en fases avanzadas, los cirróticos se hallan desnutridos y pierden mucha masa y fuerza muscular.Otras complicaciones: la cirrosis es el factor de riesgo más importante para la aparición de cáncer de hígado y esta es una complicación muy grave que aparece en algunos pacientes cirróticos.
¿Cómo se diagnostica?

La cirrosis se sospecha por:


Historia clínica; antecedentes de consumo de alcohol, factores de riesgo para la hepatitis crónica B y C (uso de drogas por vía parenteral, promiscuidad sexual, pareja sexual de enfermos de Hepatitis B o C); fármacos, tratamientos de herbolarios y homeópatas y consumo de drogas; presencia de prurito en la mujer, patología pulmonar o historia familiar de enfermedades hepáticas.Exploración del paciente; presencia de hepatomegalia (aumento del tamaño del hígado), esplenomegalia (aumento del bazo), presencia de lesiones cutáneas como las arañas vasculares, telangiectasias en los pómulos o enrojecimiento de las palmas de las manos.Estudios analíticos; alteración en el número de células sanguíneas, marcadores de la función hepática, o de infecciones por los virus de la hepatitis B o C, entre otros y estudio de la coagulación. Ecografía abdominal es muy útil y permite frecuentemente el diagnóstico indirecto.

El diagnóstico directo de certeza se realiza mediante biopsia hepática.
¿Cómo se previene?

Las cosas más importantes que puede hacer una persona para prevenir la cirrosis son: no consumir alcohol en exceso y hacer una consulta inicial para valorar clínica y analíticamente si existe una enfermedad hepática crónica silente que pueda llegar a producir cirrosis. Si un paciente sabe que tiene alguna enfermedad hepática debe consultar periódicamente con su médico por si es una enfermedad tratable, cuya progresión se pueda evitar (enfermedad alcohólica o hepatitis B o C, por ejemplo).

¿Cómo se trata?

La cirrosis como tal carece de tratamiento médico específico dado que es irreversible.

Se pueden tratar algunas de las enfermedades que la producen y evitar o retardar la evolución de una cirrosis en estadio inicial a las fases avanzadas. En las Cirrosis por Hepatitis B o C, existen distintos fármacos, según el virus causal, indicados para el tratamiento de hepatitis crónica activa o cirrosis hepática.

Deben evitarse escrupulosamente las sustancias hepatotóxicas (drogas, algunos medicamentos, plantas medicinales y el alcohol).

Tienen tratamiento preventivo o paliativo algunas de las complicaciones de la cirrosis tales como las hemorragias digestivas, la retención de líquidos y la encefalopatía hepática, que siempre deben ser indicados por un médico.

Se emplean tratamientos dietéticos y farmacológicos. Entre los dietéticos está la reducción de la sal para prevenir la retención de líquidos y la de proteínas (carnes, pescados) para la encefalopatía hepática. Como es necesaria una buena nutrición y, hasta que hay riesgo de encefalopatía, la restricción de proteínas no es necesaria, la dieta debe ser siempre supervisada por el médico. A veces se necesitan suplementos de vitaminas y minerales.

Entre los fármacos se usan fundamentalmente los diuréticos para tratar la retención de líquidos y los llamados beta-bloqueantespara prevenir las hemorragias digestivas. Pueden ser necesarios otros muchos fármacos para tratar las complicaciones pero la mayor parte de ellos se usan fundamentalmente en el ámbito hospitalario.

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